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VIDEOCOLUMNA
'La homilía' de Vallín. Honrarás al padre, matarás al padre
El parricidio edípico o shakespeariano sigue plenamente vigente en las creaciones culturales de una sociedad envejecida y gobernada por viejos teñidos y operados

Hablamos la semana pasada de filicidios, de Medeas modernas, madres que matan a hijos, un nuevo patrón narrativo de la ficción cinematográfica que expresa preocupaciones y angustias de mujeres que enfrentan la maternidad en un Occidente aparentemente comprometido con la emancipación femenina y con la conciliación laboral para las familias, pero que convierte la dialéctica entre vida familiar y laboral en una pesadilla y un laberinto. Pero lo cierto es que el arquetipo dominante en la historia, precisamente porque habitamos sociedades patriarcales, es el del parricidio, sostenido sobre dos columnas dóricas: 'Edipo, rey', de Sófocles, y 'Julio César', de Shakespeare.
Pero el asunto es recurrente y aparece por todas partes. Por ejemplo, en el asesinato de Eldon Tyrell a manos de su criatura, Roy Batty, Nexus 6 en 'Blade Runner' (1982), de Ridley Scott, inmediatamente después de recitarle “no haré nada por lo que el dios de la biomecánica me impida la entrada en su cielo”. A Ridley Scott parece gustarle el patrón porque un calco de este asesinato aparece en el tramo inicial de 'Gladiator' (2000), cuando Cómodo (Joaquin Phoenix, en su última actuación defendible) mata a su padre, Marco Aurelio (Richard Harris).
Como vehículo de un nuevo orden, algo hay de parricidio delegado en el asesinato de Fredo por Michael de 'El padrino II' (1974), de Francis Ford Coppola, asunción final e irreversible del destino maldito del nuevo padrino. Por supuesto, en 'Hamlet', en cualquiera de sus muchísimas adaptaciones está presente la culpa parricida, de forma muy explícita en su adaptación de dibujos animados, 'El rey león' (1994), de Robert Minkoff y Roger Allers, en la que Simba huye convencido de ser el asesino de su padre, Mufasa, y, en todo caso, acaba dando muerte a su tío, Skar.
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