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VIDEOCOLUMNA

'La homilía' de Pedro Vallín. "Están entre nosotros": el mito de los durmientes y el pánico social

El tema de los agentes programados nace del positivismo del XIX y el cientificismo del XX y eclosiona con la paranoia de la Guerra Fría en 'El mensajero del miedo'

Madrid·Actualizado: 14.03.2025 - 06:32
El periodista Pedro Vallín, durante la nueva edición de su video semanal 'La homilía'
El periodista Pedro Vallín, durante la nueva edición de su video semanal 'La homilía' · Fotografía: KINÓTICO

'El mensajero del miedo' (1962), película de John Frankenheimer basada en una novela de Richard Condon publicada solo tres años antes, fue un auténtico acontecimiento cinematográfico en su estreno, el 24 de octubre de 1962, por su potente mensaje paranoico y porque el estreno cayó en mitad del fin del mundo: la crisis de los misiles de Cuba, que se produjo entre los días 16 y 28 de octubre y que Roger Donaldson llevó al cine cuando la Casa Blanca desclasificó la documentación de aquel trance en la vibrante 'Trece días', con Bruce Greenwood como JFK y Kevin Costner como Kevin O’Donnell, que ofició de jefe de gabinete de la Casa Blanca entre 1961 y 1963.

La novela de Condon y la película de Frankenheimer narraban la historia de Raymond Shaw (Laurence Harvey), un héroe de la guerra de Corea que había sido programado como un agente durmiente mediante hipnosis y control mental durante su cautiverio en la República Popular China para asesinar al candidato a la presidencia de los Estados Unidos sin él saber ni recordar nada. La programación sería activada mediante un naipe, la reina de diamantes.

La tormenta perfecta era la conjunción de la desconfianza y la paranoia, porque por una parte estaba el pánico social –el "están entre nosotros"–, y por otro, la pesadilla personal – "están dentro de mí"–. El mito de la programación mental y la pérdida de la autonomía y la voluntad fue uno de los terrores recurrentes de la Guerra Fría, en buena medida porque es inequívoco que las principales potencias del momento estuvieron décadas intentando infructuosamente reprogramar humanos, como sabemos por el famoso y fracasado programa MK-Ultra de la CIA. Los soviéticos habían trabajado sin éxito en la llamada psicotrónica y los nazis habían experimentado con todo tipo de drogas para tratar de lograr el manejo de la mente humana. Las consecuencias de todo aquello pueden trazarse en la divertida 'Los hombres que miraban fijamente a las cabras' (2009), de Grant Heslov, película libremente inspirada en hechos reales relatados por el periodista británico Jon Ronson.

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