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Crítica

'Die, my love': Lynne Ramsay, sin redención ni contención, ahoga con una maternidad en llamas

Jennifer Lawrence y Robert Pattinson interpretan a una joven pareja que acaba de tener un bebé en la quinta película de Ramsay, a competición en Cannes

Cannes·Actualizado: 19.05.2025 - 11:00
Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, en la primera imagen de 'Die, my love', de Lynne Ramsay
Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, en la primera imagen de 'Die, my love', de Lynne Ramsay · Fotografía: MUBI

Hay dos referencias obvias del cine y la literatura recientes que la prensa está citando al reseñar la quinta película de Lynne Ramsay, 'Die, my love'. Está la negrísima comedia 'Canina', de Marielle Heller, basada en el libro homónimo de Rachel Yoder, sobre una madre primeriza que inicia su metamorfosis en perra; y 'Salve Maria', el thriller psicológico de Mar Coll inspirado en la novela de Katixa Agirre 'Las madres no', acerca de otra madre debutante temerosa de dañar a su bebé. Ambos relatos encarnan las imposibles expectativas de la maternidad y toman el testigo del retrato contrariado y arrepentido recogido antes por escritoras como Sylvia Plath, Marguerite Duras y Simone de Beauvoir.

El drama presentado a concurso en la Sección Oficial del Festival de Cannes no responde tanto a la desesperación con la que muchas han vivido el trance de tener hijos e hijas, sino a la maternidad como gatillo de una enfermedad mental larvada. Hay depresión postparto, pero no desapego; y es en ese estudio febril de la desazón de su protagonista, una joven madre aspirante a escritora, donde 'Die my love' se mira en el espejo de Catherine Deneuve en 'Repulsión' (Roman Polanski, 1965). La soledad y el aislamiento son los que desencadenan ese punto de no retorno con respecto al resto del mundo, su desconexión de la realidad. Si el director polaco procuraba la inmersión de la audiencia en el desquicio de Deneuve con la amplificación de las voces de los vecinos, el molesto sonido de la calle, el jazz entrecortado y el tic tac extenuante de un reloj, en el trabajo de sonido de la escocesa prima la música rock a un volumen brutal y los ladridos de un perro. Como Polanski en su día, el director de fotografía de la película, Seamus McGarvey, ha rodado en 35mm y en formato cuatro tercios. Como en 'Repulsión' en su día, hay desorden en la casa y la pila de la cocina llena de restos de comida.

Jennifer Lawrence vuelve a precipitarse, hipergestual, rugiente y autolesiva, en la locura que ya encarnó en 'Mother!' (Darren Aronofsky, 2017). Robert Pattinson es el marido angustiado y perdido frente a su conducta errática, la violencia verbal y física. “Nada parece real desde que él murió”, le confiesa su suegra, interpretada por Sissy Spacek, sobre el origen de su sonambulismo tras la muerte de su marido, un Nick Nolte sumido en la demencia con el que el personaje de Lawrence, de una manera premonitoria, conectaba. Desde que nació su hijo, al que ni siquiera han dado nombre, la joven madre vive abonada al delirio. ¿Le ha sido su marido infiel? ¿Lo ha sido ella? ¿Se ha arrasado el bosque en llamas? ¿Importa acaso?

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