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Tribuna

San Sebastián se acostumbra a la mirada autárquica con un palmarés difícil de contestar

El jurado de la cita donostiarra otorga la tercera Concha de Oro seguida a una producción española y confirma su condición de gran escaparate para nuestro cine

San Sebastián·
Publicado:
Imagen de recurso de la cartelería en las calles, en el Festival de San Sebastián 2025
Imagen de recurso de la cartelería en las calles, en el Festival de San Sebastián 2025 · Fotografía: KINÓTICO

El dato, como la resonancia de la película con el jurado y el público donostiarra, es manifiesto: 'Los domingos', flamante Concha de Oro de la edición número 73 del Festival de San Sebastián, es la tercera película española seguida en ser galardonada con el premio más importante de nuestro certamen más relevante a nivel internacional. Es algo que no había ocurrido jamás en la historia del festival y, para buscar parangón, hay que marcharse a la década de los cincuenta o a la de los ochenta -el premio no estaba oficializado como ahora-, o a los noventa, cuando dos películas nacionales se sucedieron, en 1990 y 1991, respectivamente y 'Las cartas de Alou' (Montxo Armendáriz) y 'Alas de mariposa' (Juanma Bajo Ulloa) fueron las mejores de la Sección Oficial. Tras la victoria hace dos años de 'O corno' y la más reciente de 'Tardes de soledad', la consagración de Alauda Ruiz de Azúa como la gran directora del cine estatal festivalero (suma la Concha a la Biznaga de Oro en Málaga) se antoja incontestable pero revela una verdad autárquica a la que Donosti debe empezar a hacer frente.

Película a película y premio a premio, es difícil ponerle peros a la lista completa de ganadores que nos devuelve el jurado presidido por J.A. Bayona, pero las cifras frías establecen otro relato: de los ocho premios concedidos en la sección competitiva del festival, la mitad fue para producciones españolas. Esta acumulación de galardones, sin duda un motivo de celebración para una industria fuerte y cada vez más profesionalizada, habla también de cómo el Zinemaldia se ha convertido en el gran escaparate de nuestro cine. El problema, o al menos uno que ya se atisba en el horizonte para quien suceda a José Luis Rebordinos al frente del concurso, es el carácter internacional del certamen, que cada vez queda más diluido por las películas que acaban concurriendo al festival. Títulos inmensamente decepcionantes como 'Maldita suerte' o 'Dos pianos', no sabemos si descartes de otras citas festivaleras, no han vestido en absoluto la Sección Oficial de un festival en el que el año pasado, sin ir más lejos, se pusieron de largo en Europa 'Cónclave' o 'The last showgirl'.

¿Se podía premiar a más películas de las que hemos visto estos días a la vera del Urumea? No. ¿Debería el jurado orientar su voto a una diversidad de cinematografías impostada si el nivel es el que es? Tampoco. ¿Extraña la palabra "internacional" como apellido de un festival que lleva tres años premiando lo nacional? Sin duda. La autarquía forzosa en la que vive inmersa Donosti, y a la que no nos atrevemos a ofrecer solución, corre el riesgo de acostumbrar a nuestro cine a jugárselo todo en el festival y apenas dejar espacio para que la propia entidad global del certamen respire. Ese oxígeno que tanta falta le hace a San Sebastián, y que acaparan año a año Cannes y Venecia, queda claro que bien puede brotar de secciones como Horizontes Latinos o New Directors: es difícil entender por qué películas como 'Weightless', 'Si no ardemos, cómo iluminar la noche' o 'Limpia' no han podido encontrar un lugar en la mesa de los mayores (restricciones de bases y demás burocracia, aparte).

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