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A fondo

‘Titanic’ en su 25 aniversario: un diseño de vestuario icónico

Repasamos la importancia del vestuario de 'Titanic' con motivo de su 25 aniversario con especial atención a los estilismos más icónicos de Rose (Kate Winslet)

Madrid·Actualizado: 21.02.2023 - 04:56
Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en una de las escenas más icónicas de'Titanic'
Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en una de las escenas más icónicas de'Titanic' · Fotografía: Kinótico

'Titanic' es nuestra ‘Lo que el viento se llevó’. Es el ‘Doctor Zhivago’ o ‘Los diez mandamientos’ de nuestra generación. De la nuestra, tengan ustedes la edad que tengan, y de la que viene: incluso para los adolescentes de hoy en día esta película es, de algún modo, una herramienta de validación, un rito iniciático -“¿Aún no has visto ‘Titanic’, tía?”-. La última película capaz de arrastrarnos en masa al cine, con perdón de ‘Avatar’. El último gran espectáculo cinematográfico.

James Cameron sabía lo que tenía entre manos durante la preproducción de ‘Titanic. Tal vez no se pudiera imaginar el impacto cultural que ha llegado a tener su cinta, pero sí sabía que ‘Titanic’ haría una entrada de caballo siciliano en la taquilla de su año. Para vestir a sus personajes contó con Deborah L. Scott, que ya había diseñado los figurines de ‘Regreso al futuro’ y ‘Leyendas de pasión’. Pese a que Scott no se encontraba entre los grandes nombres del diseño de vestuario de su generación, sí tenía solvencia moviendo equipos más o menos numerosos, algo fundamental de cara al reto mayúsculo que iba a ser ‘Titanic’ (aunque, eso sí, nada de lo que había hecho hasta el momento se podía comparar con la escala monumental de la cinta de Cameron).

El vestuario de esta película funciona en diversos planos. Veamos. Por un lado, es un vestuario riguroso históricamente. Esto es algo fundamental en un filme que apuesta tan frontalmente por la recreación minuciosa de una época. Precisamente, uno de sus grandes atractivos es la reproducción del propio transatlántico: el gimnasio únicamente usado en una secuencia, la vajilla perfectamente confeccionada, las alfombras encargadas a la empresa que diseñó las del buque en 1912… De hecho, Scott adquirió en Europa diversos vestidos de la época y blondas y abalorios originales con el fin de utilizarlos en los trajes de nueva confección de los protagonistas. Toda una declaración de intenciones. Me detengo aquí para hablar brevemente sobre el maquillaje de la película, que tiene más de noventero que de novecentista: fíjense en el lápiz de labios de Rose. Si bien es cierto que las mujeres de la época llevaban polvos y colorete, el pintalabios no se empieza a popularizar hasta pasada la Primera Guerra Mundial. Existir ya existía, pero su uso no era habitual. En fin, esa manía de los maquilladores por querer llevar las modas del momento a las cintas de época no es ninguna novedad -y es, hasta cierto punto, razonable-.

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