Entrevista

La revelación de 'El salto', Edith Martínez Val: "Tenía la responsabilidad de dar voz a mujeres que nunca la han tenido"

Benito Zambrano dirige a la joven lanzaroteña en el que es su gran debut en el largometraje, un relato desgarrador sobre la tragedia migratoria contemporánea

Madrid·Actualizado: 28.11.2024 - 06:30
Fotograma de 'El salto', película de Benito Zambrano protagonizada por Edith Martínez Val y Moussa Sylla
Fotograma de 'El salto', película de Benito Zambrano protagonizada por Edith Martínez Val y Moussa Sylla · Fotografía: FILMAX

Como director de pequeños gestos y sensibilidades, no fueron pocos a los que sorprendió Benito Zambrano cuando anunció que se haría cargo de 'El salto', guion original de Flora González Villanueva con el drama migratorio de Melilla como telón de fondo. "El mérito es de la guionista, que se puso con él cuando nadie se lo pedía, nadie se lo pagaba. Era una iniciativa personal, que se costeó ella misma, y que le acabó dando un premio de guion importante. Fue ahí cuando captó la atención de la productora, por eso a mí me llegó ya todo listo. Y es que me parecía increíble, primero que se hubiese escrito un guion tan bueno al respecto y segundo que ya estuviera lista la financiación. Es un tema que desde años me apasiona, tanto la inmigración como nuestra relación con África", confiesa Zambrano a Kinótico, a través de una videollamada a la que también se une Edith Martínez Val, gran protagonista del último filme del director de 'Solas' e 'Intemperie'.

En 'El salto', la joven nacida en Lanzarote pero criada en Madrid, da vida a Aminata, una chica empeñada en pasar la frontera y dejar atrás una vida llena de abusos. "Hicimos tres castings muy largos y muy intensos, muy acordes a la película. Desde ese momento supe cuál iba a ser el tono de la película. La carga emocional iba a ir aparejada al trabajo", relata la actriz, que este año también forma parte del elenco de 'Fin de fiesta', de Elena Manrique. Y sigue: "La indicación clave de Benito [Zambrano] es que el personaje tenía que ser hacia adentro. Me pedían trabajar sus motivaciones, sus miedos y su historia. Era clave, también, ser una chica entre muchísimos hombres y nunca estar segura. Eso me llevó a colocar al personaje en la mirada, diciendo mucho sin necesidad de pronunciar muchas palabras", apunta certera la actriz, aquí rostro silente de una realidad, la de las mujeres migrantes, que se hace todavía más terrible ante la negligencia de las autoridades españolas y marroquíes en la frontera.

Y es que, de hecho, el personaje de Martínez Val en la película está basado en la historia de una joven camerunesa que, en 2014, se convirtió en la primera mujer en atravesar la valla. "Desde pequeñita siempre he sido muy atlética. Me subía a todo lo que encontraba y he hecho muy deporte. Ensayamos en un rocódromo, para la escena final, y fue un entrenamiento que me dio mucha confianza. Esa parte la podía, más o menos, dominar así que me costaría mucho menos. Eso sí, la valla ya era otra cosa. No me costó tanto la parte física como la emocional", completa la actriz, antes de que siga Zambrano: "Edith [Martínez Val] tiene una fuerza y una habilidad increíbles. Hubo momentos en los que hubo que pedirle incluso que no lo hiciera tan bien, que había que ser más conscientes de las limitaciones físicas de su personaje", bromea el director, que convocó a la misma empresa que construyó el alambrado en la frontera para recrearla en el filme.

Fotograma de 'El salto', película dirigida por Benito Zambrano sobre el drama migratorio de Melilla
Fotograma de 'El salto', película dirigida por Benito Zambrano sobre el drama migratorio de Melilla · Fotografía: DIEGO LÓPEZ CALVÍN

"Me encajaba desde el primer momento. En cuanto la vi mirándonos supe que era ella. En parte porque ella entendía de algún modo, como actriz y desde la lejanía de sus experiencias vitales, la determinación de Aminata. Es una mujer que había sufrido mucho, cruzando toda África para cruzar la valla sí o sí. Es una mujer dura, muy cabezona, muy roca", aclara el realizador. Y sobre ponerle rostro y personalidad a la realidad, ser un nombre por encima de un número, le preguntamos a la protagonista: "Hay mucha responsabilidad y la noto. Una de las cosas que me atrajo y, a la vez, me dio vértigo, fue el hecho de estar contando algo que ocurre de verdad. En una ficción tienes más oportunidad de divertirte, de probar cosas distintas y nuevas, aquí no. Sentía la responsabilidad, también, de ponerle voz a mujeres que nunca la han tenido. Eso ha hecho que la película crezca, que todos fuéramos tan conscientes de la realidad que aborda la película. El compromiso era real", añade.

La brecha racializada del cine español

No hay que estar demasiado atento. Basta con echarle un ojo a las entregas de premios. En los BAFTA británicos, uno siempre puede encontrar profesionales negros o de ascendencia u origen indio. Por supuesto, no son ni mucho menos mayoría, pero están ahí, están llegando a sentarse en la mesa de los mayores, blancos. Algo parecido ocurre en Francia y en los César, donde la diáspora colonial ha permitido que lo racializado también tenga su hueco en el cine. Por ello, uno se puede llegar a preguntar cómo un país que tiene aproximadamente el mismo número de tratados internacionales de naturalización como España (mirando a Latinoamérica, Filipinas o hacia el mundo sefardí) apenas tiene cineastas o profesionales del audiovisual más allá de las grandes mayorías. ¿Qué pasa? "Es un tema complicado, porque es tan fácil y tan difícil como simplemente empezar. Se dice mucho que ya estamos ahí, y comparado con hace 20 años, por supuesto. No hubiera tenido la oportunidad de estar de protagonista ni nada. Pero sí que es verdad que hay que empezar a plantearse las historias más allá de la raza. Yo me he visto en castings de gente que hable español, de esta a esta edad, y el hecho de luego tener que ponerme padres o familia, les pueda echar para atrás", reivindica Martínez Val.

"Es una película, sobre todo, que no se ha hecho. En España no se hacen películas así" (Edith Martínez Val)

"Esa mera consideración", continúa la actriz, "le cuesta más a la gente de la industria que a la que luego va a consumir la película, porque están más hechos a la realidad de la calle. Hay que dejar que nos incomoden un poquito esas decisiones, que nos sorprendan. Si te gusta mi calidad, es porque soy actriz, no porque soy negra. Si soy capaz de hacer de una muchacha que salta la valla sin que mi vida sea nada parecida, también sé hacer de una niña bien", apunta elocuente la intérprete, a la que el reconocimiento todavía le suena a sueño colectivo. "Sentiría mucha ilusión por la película, por la difusión que podría alcanzar al verse en los premios. La hemos hecho con una ambición de importancia, de trascendencia. Es una película, sobre todo, que no se ha hecho. En España no se hacen películas así. Sería una gran oportunidad para actores negros, por ejemplo, como yo, que no tenemos acento y que somos mucho más versátiles de lo que la industria cree", confiesa, sobre una posible nominación a los Premios Goya antes de despedirse.

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