Celia Rico Clavellino: "No quiero que romanticemos de más el sacrificio de nuestras abuelas"

Quien crea que no existen los milagros que se fije en la proeza de Celia Rico Clavellino. Por segundo año consecutivo la directora sevillana compite por la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga. En la edición pasada, 'Los pequeños amores' se llevó dos galardones (Premio Especial del Jurado y Mejor interpretación femenina secundaria para Adriana Ozores), y este año 'La buena letra' reúne muchas cualidades para no pasar desapercibida. Para su tercer largometraje, Rico Clavellino ha apuntado a más alto con esta historia basada en el libro homónimo de Rafael Chirbes para la que ha reunido a un notable elenco encabezado por Loreto Mauleón, Roger Casamajor, Ana Rujas y Enric Auquer.

En la gesta, Rico Clavellino le da crédito en primer lugar al apoyo del Festival de Málaga. "Al final es muy bonito que los festivales nos acompañen en nuestra carrera y nos hacen ir creciendo", comentaba la directora en el set de Kinótico, quien con el corto 'Luisa no está en casa' entró por la puerta grande al competir en la Mostra de Venecia en 2012. En segundo lugar reconocía como parte de ese milagro en cuestión el respaldo de un equipo "que te hace todo fácil para que puedas trabajar con intensidad y salir de una película para entrar en otra, pero también poniéndole muchas ganas porque es tan difícil hacer películas que una piensa que la que está haciendo es la última", tener un pie en el fatalismo parece ser un baño de realidad en esto de hacer cine.

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'La buena letra' se desarrolla durante la posguerra en un deprimido pueblo valenciano, donde Ana (Loreto Mauleón) trata de salir adelante con su familia. Los estragos de la guerra civil se sienten en el día a día, pero en su cuñado Antonio (Enric Auquer), las heridas son aún más profundas. Ante la incapacidad de Tomás (Roger Casamajor) para ayudar a su hermano, Ana intenta la sanación de Antonio a base de guisos, secretos y silencios. Después de dos exitosos largometrajes con historias originales, ‘Viaje al cuarto de una madre’ y ‘Los pequeños amores’ (ambas centradas en relaciones materno-filiales) es la primera vez que Rico Clavellino echa mano a un texto ajeno. El hecho de que se tratase de una novela de uno de los totéms de la literatura española, parecía elevar el nivel de dificultad.

"El respeto [hacia Chirbes y su obra] aún está", comentaba la directora, cuya visión y su delicada manera de hacer cine impregnan la historia, acotando que su trabajo lo entiende como una necesidad de desnudarse. "Si esto no te apela desde el lugar más honesto, ponerse al servicio de unos personajes y de unos actores, pues no podríamos hacer nada", admitía, "entonces en ese momento te olvidas del tótem y abrazas a ese Chirbes humano que tenía también sus dudas, sus heridas". Los diarios personales del autor, así como su intención de restituir los sentimientos que le generaron aquella primera lectura de ‘La buena letra’ fueron claves para establecer ese diálogo entre el autor y su visión. "Fui tirando de esa tristeza profunda para entender cómo se va sedimentando en un personaje femenino que ha vivido una de la épocas más duras de nuestra historia", apuntaba la cineasta.

La Ana de Loreto Mauleón constituye la columna vertebral de este relato que pone en primera línea a las mujeres silentes, dedicadas a guisar, coser, limpiar y cuidar en aras de la sobrevivencia. "Me llamaba la atención coger una mujer que podía ser cualquiera de nuestras abuelas y darle ese lugar que se merece, honrar ese espacio, ese sostener", comentaba Mauleón, quien confesaba soltar relativamente rápido a sus personajes pero con Ana no ha sido así. "Nos he visto reflejadas en ella a pesar de que estamos intentando cambiar", hacía extensible a todas las mujeres su reflexión,"lo que representa Ana, esos cuidados, esa dedicación por encima de ella misma, de sus sueños y deseos, ha calado tan fuerte en la sociedad y en las mujeres que lo seguimos arrastrando". Para la galardonada actriz vasca su Ana de ‘La buena letra’ le ha hecho reflexionar "sobre el trabajo personal que nos queda por hacer".

Aparte de la carga de la cultura de sacrificio incentivada durante la dictadura "casi como un castigo del que eran merecedores cierta parte de la población", Celia Rico Clavellino apuntaba así mismo la complejidad de la herencia de la mujer silente y del alto costo de romper el silencio. "Últimamente se está reivindicando mucho esta idea de nuestras abuelas que se sacrificaron, está muy bien reconocer ese sacrificio, tenemos que entender desde dónde lo hicieron, pero no quiero que lo romanticemos porque ese sacrificio no les salvó de nada". La directora enfatizaba que la sociedad se encuentra en ese momento de "repensar lo que significa callar, callarse ante una injusticia (…) A veces el silencio nos lleva a lugares no deseados por buscar el bienestar de todos, y me gustaría que el espectador se llevara esa pregunta", se despide.