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Crítica

'Somewhere boy', el crudo golpe de salir al mundo y descubrir el mayor engaño de tu vida

La serie creada por Pete Jackson explora hasta dónde esta dispuesto un padre para proteger a un hijo y cómo sus decisión le afectan al crecer y enfrentarse a la realidad

Madrid·Actualizado: 04.06.2023 - 04:49
Lewis Gribben, protagonista de la serie 'Somewhere boy'
Lewis Gribben, protagonista de la serie 'Somewhere boy' · Fotografía: Filmin

Hace unos días Filmin ampliaba su catálogo de series de éxito británicas sumando al mismo uno de los títulos que hizo ruido en los pasados BAFTA, 'Somewhere boy’. La serie creada por Pete Jackson estuvo nominada a cuatro estatuillas y se alzó al final de la tarde con la de estrella emergente para su creador, que ha plasmado en ocho capítulos de menos de media hora de duración un análisis profundo del trauma de quien ha vivo toda su vida aislado del mundo y, de pronto, debe enfrentarse a él sin las herramientas sociales y emocionales necesarias al tiempo que lidia con una verdad para la que no está preparado: a quién más ha querido y querrá es el responsable de su situación.

'Somewhere boy’ es, para los amigos de las referencias, lo opuesto a ‘Unbreakable Kimmy Schmidt’ en tono, aproximación al trauma y abanico interpretativo. Si la buena de Kimmy Schmidt (Ellie Kemper) abrazaba el positivismo más desatado y Robert Carlock y Tina Fey (creadores de la serie) apostaban por el color, la musicalidad y el humor para contar su historia, Jackson prefiere mantenerse en los grises, en esa luz pasada por el agua de la lluvia y la ausencia de sol típica de tantas series británicas y plantear su historia como lo que es, un drama. Eso sí, sin dejar a un lado ciertas pinceladas de un humor basado en el absurdo de algunas situaciones propiciadas por la ingenuidad de su protagonista y su falta de conocimiento del mundo.

Ese protagonista no es otro que Danny (Lewis Gribben), un joven de 18 años que se ha pasado prácticamente toda su vida (al menos la que recuerda) encerrado en una casa en mitad del campo en la que ha vivido todo ese tiempo con su padre. Steve (Rory Keenan) le ha contado a su hijo durante años la mentira de que el mundo de ahí fuera está poblado por monstruos terribles y que, por su seguridad, no debe traspasar el umbral de entrada. Ni siquiera puede salir al jardín. Su vida se limita a las paredes de la casa que su padre ha convertido en cárcel para él después de la trágica muerte de la madre de Danny. Un hecho traumático que le empujó a tomar la decisión de proteger a su hijo a toda costa de los peligros del mundo y construir para él un espacio seguro en el que ambos pasan los días viendo películas de cine clásico, escuchando música en un tocadiscos como parte de la banda sonora de la serie y preparándose para un posible encuentro con esos monstruos.

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