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Crítica

‘Poker Face’, una protagonista magnética y una historia bien contada con esquema clásico

Una serie sobre resolver misterios creada por Rian Johnson y con Natasha Lyonne ('Muñeca Rusa') como protagonista sosteniéndolo todo con un toque de humor

Madrid·Actualizado: 19.09.2023 - 04:36
Una imagen de la serie 'Poker Face', creada por Rian Johnson y protagonizada por Natasha Lyonne
Una imagen de la serie 'Poker Face', creada por Rian Johnson y protagonizada por Natasha Lyonne · Fotografía: SkyShowtime

En la época de la inmediatez y de los estrenos de series simultáneos en todo el mundo, no deja de ser paradójico (y algo frustrante a veces) que una serie como ‘Poker Face’ haya tardado tanto en llegar a España. Lo hizo el pasado viernes, de la mano de SkyShowtime y después de que Peacock la estrenase en USA hace ya demasiado tiempo. Mientras, a este lado del charco los seriéfilos han visto crecer sus expectativas al leer los comentarios altamente positivos que llegaban desde allí y que, vistos los dos primeros capítulos (ya disponibles en la plataforma), estaban más que fundamentados. ‘Poker Face’ es una serie de asesinatos/misterios a resolver con una trama central de huida de su protagonista que atrapa por ella misma, por lo rocambolesco de las situaciones, los personajes capitulares salidos de un catálogo de perdedores y ese tono a lo hermanos Coen en ‘Fargo’, pero con mucho más ritmo.

Charlie Cale (Natasha Lyonne) tiene un don. No es rápida como Flash. Tampoco puede volar como Supergirl. Ni le ha picado una araña radioactiva, recibido una sobredosis accidental de radiación gamma o heredado un traje molón y altamente tecnológico. El superpoder de Charlie es que sabe calar a la gente y se percata de una mentira a la legua. Lo nota en los gestos, en el tono de voz, en esas pistas que nadie más que ella aprecia y sabe leer. Cuando su habilidad se activa, el espectador lo sabe porque se queda como congelada, pensativa y parpadea mucho. Podría dejarlo pasar y seguir su camino, pero no, Charlie no puede con una injusticia.

Se complica la vida por preguntar, por investigar y por intentar desenmascarar a culpables y asesinos. En realidad es un poco como una versión pobre de Batman (sin dinero para gadgets ni traje con capa y máscara). Es decir, una detective sin placa y con vozarrón. En su caso, el vozarrón es el de una Natasha Lyonne que lo es todo en la serie. Ella es ‘Poker Face’. Con otra actriz no habría sido lo mismo. Su magnetismo y carisma hacen que los guiones funcionen mejor y atrapa con ellos al espectador, que no podrá dejar de mirar acompañándola en la huida que se ve obligada a emprender. ¿Por qué? Pues porque alguien ha matado a alguien –concretamente a una amiga suya– y las piezas colocadas para hacer creer que el asesino ha sido un marido abusivo a ella no le encajan. Y, como no le encajan, pregunta a quien no debía, léase a su jefe en el casino en el que trabaja –un nepobaby interpretado por Adrien Brody– y a su matón (Benjamin Bratt).

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