‘El chico y la garza’ rubrica la grandeza de Ghibli pero también su mayor debilidad

“A Miyazaki no le preocupan mucho los premios, le preocupa sobre todo el valor de su trabajo”, dijo José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián, en la entrevista que le hizo Kinótico el primer día de festival. Y lo cierto es que con esta frase dejaba entrever qué podíamos esperar del maestro japonés en la gala de inauguración del festival: un vídeo de escasos segundos en el que agradecía su Premio Donostia de forma escueta y humildemente educada.

Miyazaki se encuentra ocupado en gestiones de Ghibli Park y trabajando en su nueva película “como siempre ha hecho” en palabras de Junichi Nishioka, vicepresidente de Studio Ghibli, en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Es decir que, aunque nosotros, espectadores, la estemos descubriendo ahora, Miyazaki ya ha pasado la página de ‘El chico y la garza’ y tiene la mirada puesta en el futuro.

Lo cierto es que viendo ‘El chico y la garza’, uno puede entender porque se ha decidido no hacer promoción del filme y guardar esfuerzos para asegurar el futuro del estudio. ‘El chico y la garza’ es, que nadie se lleve a engaño, una película maravillosa. Pero también es un título sorprendentemente continuista con las fórmulas Ghibli y, se diría, moderadamente conformista. Y nada de ello dice absolutamente nada malo del film en sí mismo, pero sí que plantea ciertas dudas sobre el devenir del estudio más importante de la animación japonesa.