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Crítica

Un imperial Eduard Fernández se adueña de 'Marco', thriller para desmontar a un farsante

Jon Garaño y Aitor Arregi debutan en Venecia con una película basada en la historia real de un sindicalista que fingió haber estado en un campo de concentración

Venecia·Actualizado: 30.08.2024 - 14:45
Fotograma de 'Marco', de Jon Garaño y Aitor Arregi, con Eduard Fernández
Fotograma de 'Marco', de Jon Garaño y Aitor Arregi, con Eduard Fernández · Fotografía: Moriarti Produkzioak / Irusoin

Era cuestión de tiempo que Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga probaran suerte lejos del Festival de San Sebastián, la casilla de salida de todas sus películas desde el estreno del documental ‘Lucio’ en la cosecha Zabaltegi de 2007. Desde entonces, este trío cineastas se ha convertido en una ‘rara avis’, un equipo que con cada uno de sus estrenos ha ganado peso, prestigio y premios hasta convertir a los Moriarti (su apodo y el nombre de la compañía con la que producen todas sus películas junto a Irusoin) en una garantía para el cine español. ‘Marco’, la adaptación de la increíble historia real de Enric Marco, reafirma su posición triunfal en la industria. Al mismo tiempo, este drama construido a mayor gloria de la impresionante interpretación de Eduard Fernández, también les aleja de la intimidad de propuestas como ‘Loreak’ y ‘En 80 días’. Su estatus crece y sus películas también, con todo lo que eso implica.

La sección Orizzonti, la segunda en importancia del Festival de Venecia, ha acogido la puesta de largo de la aproximación (de Arregi y Garaño desde la silla de director, y de Goenaga y Jorge Gil Munárriz como sus coguionistas) a un suceso y una figura fascinantes que dejaron con la boca abierta a la España de Zapatero, un presidente que en 2005 intentaba hacer justicia a su promesa de cuidar la memoria histórica del país.

Aquel era el caldo de cultivo perfecto para que surgiera alguien como este antiguo sindicalista de la CNT que aprovechó su carisma y habilidades comunicativas para llegar a la presidencia de la Asociación Española de Víctimas del Holocausto, en cuyo nombre visitó colegios para concienciar sobre los males del nazismo. Incluso llegó a visitar el Congreso para inspirar a la clase política española. El activista era un ejemplo a seguir, llegando a ser elegido para liderar un acto internacional al que iba a acudir hasta el mismísimo presidente de España. Y entonces apareció Benito Bermejo, el historiador que descubrió y denunció que Marco era en realidad un farsante que se había inventando su pasado en un campo de concentración nazi: la historia que había repetido durante años era mentira.

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