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Crítica

'The chronology of water', imperfecta pero desgarrada ópera prima de Kristen Stewart con una gran Imogen Poots

La actriz de ‘Viaje a Sils María’ ha presentado en Una cierta mirada la adaptación de las memorias homónimas de la escritora y nadadora Lidia Yuknavitch

Cannes·Actualizado: 17.05.2025 - 15:45
Kristen Stewart e Imogen Poots, detrás de las cámaras de 'The chorology of water'
Kristen Stewart e Imogen Poots, detrás de las cámaras de 'The chorology of water' · Fotografía: Scott Free Productions

“Es hora de quitarse la tirita”, avisaba Kristen Stewart justo antes de que empezara la primera proyección en el Festival de Cannes de su ópera prima, ‘The chronology of water’. “Quitarse la tirita” es una acertada elección de palabras para empezar a describir la descarnada adaptación de las memorias de la escritora Lidia Yuknavitch, una mujer que encontró la salvación en la literatura y la natación tras una infancia y juventud marcados por los abusos y adicciones. La Croisette es el escenario ideal para la puesta de largo de un proyecto en el que ha invertido los últimos ocho años de su vida. Fue en Cannes donde se vieron sus colaboraciones con autores como Walter Salles (‘En el camino’), Olivier Assayas (‘Viaje a Sils Maria’ y ‘Personal shopper’), Woody Allen (‘Café Society’) o David Cronenberg (‘Crímenes del futuro’) y donde empezó a cambiar la perspectiva sobre Kristen Stewart como mucho más que la actriz de ‘Crepúsculo’. Por eso resulta orgánico que su debut en la dirección sea una de las veinte películas que se verán este año dentro de Una cierta mirada.

Las estrellas de cine que deciden probar suerte en la dirección son un invento tan viejo como el propio cine. No hay que irse demasiado lejos para comprobarlo. Stewart comparte sección este mismo año con Harris Dickinson (‘Urchin’) y Scarlett Johansson (‘Eleanor the great)’. El reto es saber quién lo hace por sus ansias de encontrar una nueva forma de validación, porque realmente tienen algo que decir que no pueden contar a través de la interpretación o por la necesidad de escribirse los personajes que los y las cineastas no les están ofreciendo. El compromiso y la pasión de Stewart con el sujeto protagonista y la materia prima queda fuera de toda duda, algo seguramente alimentado por su colaboración mano a mano con el coguionista Andy Mingo, pareja en la vida real de Yuknavitch.

Estructurada en cinco actos que se desarrollan a lo largo de más de una década (y que se desarrollan durante 128 minutos, convirtiéndose en una más en la larga lista de películas que duran más de lo que deberían en Cannes), el episodio central en la vida son los abusos sexuales que sufre a manos de su padre, un hombre dominado por la ira y la perversión. A su alrededor nadie parece estar preparado para salvar a Lidia: su madre vive sumergida en un proceso de negación en la realidad, mientras su hermana mayor ha abandonado hace años el hogar familiar después de ser el objetivo de los instintos más bajos de su padre. La propia Lidia vive atrapada en una contradicción errática y autodestructiva. Tras escapar de casa gracias a una beca universitaria, ve como su futuro queda en el aire cuando el alcohol y la cocaína entran en escena. El amor tampoco parece ser una solución. Cuando se echa novio en la universidad, lo castiga y lo desprecia por ser demasiado parado y noble con ella.

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