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'Mi querida ladrona' ilumina los cines con la bondad y esperanza en las personas de Guédiguian

El cineasta francés regresa a su Marsella natal en un drama junto a su musa, Ariane Ascaride, que Mirror Audiovisual estrena el próximo 25 de julio en España

Madrid·
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Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin en 'Mi querida ladrona'
Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin en 'Mi querida ladrona' · Fotografía: Mirror Audiovisual

El mundo sigue girando y el cineasta francés Robert Guédiguian continúa a lo suyo, a lo que mejor se le da, a un cine humanista que deposita su fe en los lazos entre las personas y trata de rescatar a los individuos de sus errores o del olvido en el que les ha sumido la sociedad para devolverles la dignidad, en especial a las clases más desfavorecidas, con las que este cineasta, firme defensor del socialismo, se siente especialmente comprometido. Su pacto con quienes necesitan ser recordados no solo en sus carencias o la precariedad de sus trabajos sino, sobre todo, en sus momentos de plenitud, o simplemente con la gente corriente que paga facturas, le han hecho merecedor de galardones en los Premios del Cine Europeo o en el Festival de San Sebastián. A su extensa filmografía, alrededor de una veintena de películas en una trayectoria que arrancó a principios de los años 80, se suma ahora 'Mi querida ladrona', un drama amable, tierno y esperanzador. Una cinta que llega el 25 de julio a los cines españoles distribuida por Mirror Audiovisual.

Como cabría esperar del cineasta galo, 'Mi querida ladrona' está trufada de todos los ingredientes que caracterizan sus películas, un cine social que, a diferencia de otras propuestas, no pierde nunca de vista las historias de sus protagonistas, pone en valor sus sentimientos, su alegría y también los detonantes de su felicidad para no caer nunca en la fascinación o en la victimización. En esta ocasión cuenta la historia de Maria (Ariane Ascaride), una mujer que se gana la vida limpiando las casas de ancianos que ya no pueden hacerse cargo de sus viviendas, una ocupación que mantiene desde que cerró la fábrica en la que trabajaba. Entre casa y casa, cuidado y conversación, comete algunos pequeños robos piadosos que le sirven para darse algún lujo modesto en el día a día que comparte con su marido, un jubilado tentado de caer en el juego, y, sobre todo, para poder financiar las clases de piano de su nieto, su gran ilusión.

De nuevo, emerge en el cine de Guédiguian la bondad a través de sus personajes, una cualidad en tendencia en los últimos tiempos, como puede observarse en multitud de películas que enarbolan la bandera de las buenas intenciones, puede que en respuesta a los tiempos aciagos o a la incertidumbre global. En el caso del director francés, sin embargo, no es una novedad, sino una constante y el camino en el que trata de comprender al ser humano y sus comportamientos, y una cualidad sobre la que él se ha mostrado militante desde sus comienzos.

En su búsqueda por comprender los mecanismos de las personas, presenta a unos personajes imperfectos como lo es también el propio espectador. Así es Maria, la protagonista de esta historia, una mujer incapaz de evitar caer en la tentación de recurrir a lo que no es suyo, por pequeño que sea, pero una pieza indispensable en la vida de los ancianos a los que asiste, para los que, más allá de servir de ayuda para que sus casas estén limpias y el pescado esté listo para comer, es también la persona que los escucha y la única figura de apego y cariño en la mayoría de los casos. Al fin y al cabo, también ella vive con una carga: el anhelo por haber deseado una vida mejor y haberse atrevido a soñar una vida con piscina reservada para unos pocos privilegiados.

Robinson Stévenin y Marilou Aussilloux en un fotograma de 'Mi querida ladrona'
Robinson Stévenin y Marilou Aussilloux en un fotograma de 'Mi querida ladrona' · Fotografía: Mirar Audiovisual

Guédiguian se detiene no solo en esta mujer, sino también en su hija, Jennifer, una cajera de supermercado a quien una pasión imprevista mueve los cimientos de su vida familiar. O en el señor Moreau, uno de los mayores a los que cuida, piadoso, atento y más pendiente de la calidad humana de Maria que de sus pequeñas trampas, pero enemistado con un hijo de quien se siente desconectado. De nuevo, personajes imperfectos, pero en todos ellos la esperanza de cambiar y ser felices.

En esta constante de la bondad y la esperanza, y su deseo por dignificar a la clase obrera, en línea con otros cineastas como los hermanos Dardenne o Aki Kaurismäki, se inscriben la mayoría de sus grandes películas, entre las que cabe citar 'Marius y Jeannette' (1997) o 'Las nieves del Kilimanjaro' (2011), aunque también hay espacio en su cine para la intimidad y las fracturas del amor, como es el caso de 'Marie-Jo y sus dos amores' (2002).

Ariane Escaride y Marsella, musas

Más allá de los temas que se repiten, hay un rostro que el espectador ha visto envejecer a través de sus películas, una musa que brilla en su cine y que ha sido testigo de esa militancia con el ser humano: Ariane Escaride. Pieza fundamental en su equipo artístico y también compañera de vida, una vez más encabeza el reparto de su nueva película, un nuevo éxito en su carrera que, no obstante, él siempre entiende como un logro colectivo, y nunca como una conquista individual.

En su 'troupe' de actores, que se ha mantenido más o menos constante con alguna salida y también alguna incorporación, destacan en este caso, amén de la propia Ascaride, Gérard Meylan y Jean-Pierre Darroussin, que le han acompañado a lo largo de su filmografía. Además, merecen mención también algunos habituales en los últimos años como Grégoire Leprince-Ringuet ('Que la fiesta continúe' o 'Gloria mundo'), Lola Naymark ('El cumpleaños de Ariane' o 'Una historia de locos') y Robinson Stévenin ('La casa junto al mar' o 'El ejército del crimen').

En cuanto al escenario en el que se desarrolla la historia de 'Mi querida ladrona', Guédiguian regresa a la luminosa Marsella, la ciudad francesa en la que nació en 1953 y que le ha servido como paisaje de la mayor parte de sus películas, a excepción de algún título como 'Mali twist' (2022). A pesar de repetir decorado, el cineasta se las ingenia siempre para encontrar una nueva perspectiva en cada película, una grieta en la que colocar su cámara y ser testigo del paso del tiempo y mostrar también todos los universos posibles.


***Este artículo es posible gracias a la película 'Mi querida ladrona', dirigida por Robert Guédiguian y distribuida en España por Mirror Audiovisual

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