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Crítica | Series

'Andor' o cómo la rebelión no solo es acción, también es cuestión de paciencia y esperar el momento

Disney+ estrena este martes, 22 de abril, los tres primeros episodios de una segunda y última temporada que llegará a razón de tres capítulos por semana

Madrid·Actualizado: 22.04.2025 - 04:36
El actor Diego Luna en un fotograma de la segunda temporada de 'Andor'
El actor Diego Luna en un fotograma de la segunda temporada de 'Andor' · Fotografía: Lucasfilm

Regresan las naves espaciales, los planetas deslumbrantes por descubrir, los soldados imperiales, las criaturas cuquis y, sobre todo, vuelve Cassian Andor (Diego Luna), ahora convertido en un rebelde implicado hasta el tuétano en la causa. Su objetivo, y el de toda la Alianza Rebelde, es acabar con el Imperio, instaurar la República y devolver al pueblo libertad y derechos. Toda esta arenga para decir que se estrena la segunda y última temporada de ‘Andor’, que sigue siendo, hasta la fecha, la mejor serie del universo Star Wars y, pese su componente de ciencia ficción, una de las que mejor ha sabido leer los tiempos que corren. Hoy, martes 22 de abril, desembarcan en Disney+ los tres primeros episodios (en España lo harán esta madrugada, a las 3:00) y seguirán estrenándose tres por semana hasta llegar al desenlace el 13 de mayo.

La razón de esta estrategia de estreno tan poco habitual (de tres en tres) responde a la estructura de la propia serie. Los más avezados en el universo de George Lucas sabrán que ‘Andor’ se remonta cinco años atrás en el tiempo respecto a lo que contaba ‘Rogue One’, película estrenada en 2016. La primera entrega, compuesta también de 12 episodios, abarcó el primero de esos años. Presentó al personaje de Cassian Andor como una suerte de historia de orígenes e hizo con él el viaje del héroe: de despreocupado y algo egoísta superviviente en un mundo hostil a comprometido con la Rebelión. “Kill me, or take me in” (“Mátame, o reclútame”), le decía Diego Luna con los ojos llorosos (también los del espectador) a Stellan Skarsgård en un final tan épico como emotivo. La opción que escogió Luthen Rael es obvia.

Ahora, ya como activo de la Alianza Rebelde, a Cassian Andor se le ha encomendado la misión de hacerse con una nave. Y mientras él, con sus particulares métodos y carisma, se encuentra inmerso en dicha tarea, en otros puntos de la galaxia se suceden acontecimientos, grandes y pequeños, que marcarán el discurrir de una historia que, no por conocer su final, resulta menos interesante. Como ocurriera en los 12 capítulos anteriores, el guion de Tony Gilroy y su equipo –cuyo trabajo se vio afectado y retrasado por las huelgas de Hollywood– plantea la acción en distintos escenarios donde los hechos suceden en paralelo hasta que acaban por confluir en un punto o puntos concretos. Así, en un lugar poderoso los políticos discuten sobre la extracción de energía desde sus cómodas poltronas; en otro se celebra una boda de alta alcurnia que sirve como escenario de conspiraciones; lejos de ahí Cassian anda perdido en su propia batalla para salir adelante y lograr cumplir la misión encomendada; y en otro planeta distinto Big (Adria Arjona) y Brasso (Joplin Sibtain), junto a algún rebelde más, se esconden como refugiados sin papeles en medio de la cosecha.

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