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Crítica

'Task', un juego del gato y el ratón grisáceo con personajes perdidos y de mirada triste pero amable

Como en ‘Mare of Easttown’, Brad Ingelsby coloca de nuevo en el centro el luto y las vidas grises y cotidianas, aunque aquí el guion se abre más cierta coralidad

Madrid·
Publicado:
Mark Ruffalo, Fabien Frankel, Thuso Mbedu y Alison Oliver en un fotograma de la serie 'Task'
Mark Ruffalo, Fabien Frankel, Thuso Mbedu y Alison Oliver en un fotograma de la serie 'Task' · Fotografía: HBO Max

En tiempos frenéticos, de consumo compulsivo y de saltarse las cabeceras de las series pulsando solo un botón, ‘Task’, la nueva creación de Brad Ingelsby, responsable de la sobresaliente de ‘Mare of Easttown’, pide al espectador un ejercicio de paciencia, de tensión contenida y creciente y una hora de su tiempo (el primero, ya en HBO Max, sobrepasa esa duración solo unos minutos) para sentarse a contemplar las vidas de unos personajes hundidos, con razones de peso (y luto) para no querer levantarse cada mañana de la cama y que, aún así, hacen el esfuerzo de poner pie a tierra para afrontar un nuevo y agotador día. Con la intensidad y la grisura por tono, ‘Task’ se cocina a base de buenos personajes, una trama de thriller que implica un juego clásico del gato y el ratón y un reparto de mirada triste y amable que encabezan unos llenos de matices y dilemas Mark Ruffalo y Tom Pelphrey.

‘Crossings’, el primero de los siete episodios que componen esta miniserie, se estrenó el pasado lunes en España. En él Ingelsby se propone, y consigue con eficacia, presentar al espectador a quienes se convertirán después en sus compañeros de viaje. A un lado, Tom Brandis, un exreligioso reconvertido en agente del FBI actualmente apartado del trabajo de campo al que interpreta Mark Ruffalo. Brandis vive instalado en el dolor, en la pena, aunque se tardará un episodio aún en comprender la magnitud de su tristeza y su relación diaria con el alcohol. Al otro lado, el de fuera de la ley, el basurero Robbie (Tom Pelphrey), padre de dos abandonado por su pareja y que, con ayuda de dos amigos/cómplices, se dedica a asaltar narcocasas en su tiempo libre. Sus historias (que no ellos, al menos en los dos episodios vistos) se cruzan cuando uno de esos asaltos sale mal, mueren tres personas y un niño desaparece. Para entonces la jefa de Brandis ya lo ha llamado de nuevo a filas y colocado al frente de un equipo especial de agentes encargado de investigar los robos. Entre ambos, los dueños de los dineros robados: todos ellos miembros de los peligrosos Dark Hearts, una banda de moteros que trafica con drogas. Esa es la ‘big picture’, que dicen los angloparlantes, de ‘Task’.

Más allá de eso, en los pormenores y en los matices es donde reside la fuerza de ‘Task’. Una serie que, aún siendo evidente que comparte mente pensante con ‘Mare of Easttown’, se abre más que su predecesora entregándose a una coralidad que enriquece la propuesta de la caza y persecución al delincuente. Ahí, en ese dar cabida a más personajes entran la sobrina de Robbie, Maeve (Emilia Jones), una joven que de 21 años que se ha visto obligada a acoger a su tío y sus primos en su casa. Su tristeza, su rabia y su mirada conviven en armonía con la de Ruffalo y Pelphrey. Al primero lo acompañan una hija (Silvia Dionicio) adolescente igualmente sufridora y unos subalternos que arrastran sus propias miserias y torpezas: Anthony (Fabien Frankel), Aleah (Thuso Mbedu) y Lizzie (Alison Oliver).

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