Entrevista
Lisandro Alonso: "Cada día los latinoamericanos despertamos pensando que algo va a mejorar, y nunca mejora nada"
Tras su estreno en Cannes, el porteño presenta ‘Eureka’ en el Festival de Gijón. Hablamos con él sobre literalidad, representación y mitos de la Argentina actual
En la edición número 61 del Festival de Gijón, la película ‘Eureka’ [presentada en mayo en Cannes Première] compite en la sección Albar, con cuyo nombre tiene un precioso juego de resonancias: también en la película de Lisandro Alonso, el vaquero indomable del cine argentino contemporáneo y director de ‘Jauja’ (2014) o ‘Liverpool’ (2008), hay algo de despertar tranquilo, primerizo, después de una noche de astros cansados. Su último film triangula las miradas de Alaina (Chiara Mastroianni), una policía hastiada en la reserva de Pine Ridge, la de su sobrina Sadie (Viilbjørk Malling Agger), quien tras una larga noche esperándola en vano emprende un viaje místico a Sudamérica, y la vista de un pájaro legendario que viaja a través del espacio y del tiempo.
La primera crítica que aparece en Google al buscar la película es la de ‘The Guardian’, donde dicen: “El cine no tiene por qué contar una historia”. ¿Sientes que con ‘Eureka’ querías “contar una historia”?
Esto lo dije ya en una entrevista cuando terminé de filmar ‘Los muertos’. No soy un director narrativo, que viene a contar algo, yo vengo a poner la cámara y observar determinados momentos, espacios y personas. Y si tengo suerte y eso se transforma en una película, la gente podrá hacer sus propias conexiones a partir de su experiencia. Pero lo de contar una historia nunca estuvo en mis planes. ¿Una pintura te puede contar una historia? Quizás te la cuenta si vos te la hacés. Una pintura te plantea determinados elementos figurativos que vos empezás a trabajar en base a referentes que se tienen y se crea su propia historia. Lo mío dialoga más con lo visual que con la literatura.
Cuando creas ‘Eureka’, entonces, ¿dónde encuentras el amarre para escribir lo que querías filmar?
Yo busco una temática o una problemática que refiera a los indios nativos, pueblos originarios, descendientes de… Son temas que vengo trabajando desde siempre, de ‘La libertad’ a ‘Los muertos’. Es gente que vive alejada de los centros urbanos y que en tanto en cuanto viven como sus antepasados: beben agua del río, tienen poco contacto con el mundo civilizado… Siempre me interesó la gente que vive más cerca de la naturaleza, o la naturaleza humana si se quiere. Yo trato de aprender más de la naturaleza humana con esta gente que con alguien que lleva la billetera en el bolsillo y se dedica a esperar a que el semáforo dé verde.
¿Cómo calibras el misterio en tu película? Por ejemplo, ¿has quitado alguna vez algo por ser demasiado narrativo?
Trato de no explicar lo que no hace falta explicar. Estamos en el año 2023, me parece que el espectador está tan acostumbrado a tener información audiovisual cerca suyo que es una tontería reiterar en la idea. Aun así, creo que la intención narrativa de la película queda clara cuando Sadie tiene esa consigna con Chiara Mastroianni, que viene a investigar los malos números que tiene la reserva. Eso es información pura y dura. Pero a mí me gusta trabajar con el misterio, viviendo el cine así: ir pisando con cuidado porque nunca sé adónde va a ir la película o cómo me va a sorprender, o qué puede cobrar un sentido sobre otro, con el plano que antecede y el que va después.
Cómo mantener, en una película sin giros de guion, que el espectador esté activo y pueda ir trabajando mentalmente la película. A veces se logra, a veces menos es más y a veces… ‘Eureka’ la planteé como una salida a mis películas más lineales y comprensibles, con idiomas, personajes y tiempos distintos. Yo trataría de comentarle al espectador que no hay ningún significado oculto, enigmas que resolver en la esquina de un fotograma y que puede ser libre, disfrutando de las conexiones que las imágenes proponen.
Plantear una película sobre una población que fue masacrada por un pueblo colonizador seguro que te ha llevado a plantear dónde dejas los agujeros de una historia oficial con muchas elipsis…
Me gustaría verlo de una manera global. La película empieza con un western, como si se planteara la imagen que el cine ha venido proyectando de esa parte del mundo. El western clásico era una industria multimillonaria que, al mismo tiempo, dejó de lado tácitamente a toda la gente que planteaba representar en su cine. Nunca vimos caminar, respirar o comer a los indios en el cine. Siempre se los vio desde un lugar que, porque cambiaron los tiempos, ahora mismo no se podría replicar. Hoy no se podría filmar cómo un cowboy coge a una india gordita para tener sexo. Eso pasa en ‘Centauros del desierto’ (John Ford, 1956). Los tiempos cambiaron, pero incluso en el momento en que se estrenó ‘Centauros del desierto’ si un nativo la hubiera visto seguramente se habría sentido ofendido: la película no se hizo para representar a su pueblo, sino para la cultura blanca.
Es curioso cómo dialoga el western, el género arquetípico del vaquero solitario, entre tal cantidad de paisajes y voces narradoras diferentes. ¿Es un gesto desde lo colectivo?
¡Bueno, es que es un western a mi manera! Tiene los elementos del western (el sombrero, las pistolas, la revancha), pero aun así y a pesar de las diferencias, yo siempre he hecho westerns. ‘La libertad’ va sobre un tipo que sale a ganarse la vida y a pelear minuto a minuto, ¿y qué es eso, si no la premisa del género?
Pero los westerns que últimamente se estrenan son crepusculares y ensimismados.
En realidad, hay cineastas como [Pedro] Almodóvar que empiezan a rever el western como un género fallido, que puede reconstruirse. También Viggo Mortensen, que estrenó esa película con Vicky Krieps [‘The Dead Don't Hurt’, competidora en Toronto] están tratando de no matar al género pero sí replantearlo de diferentes modos para que podamos seguir consumiéndolo, con sexualidades distintas, tiempos distintos… El western está ahí, esperando a ser reinventado para que sea más humano, más conectado de verdad con la gente. Por ello, en ‘Eureka’ el western lo tienen como una radio de fondo, como música de supermercado. No les interesa, nunca les representó o les representó mal. EE.UU. filma mil películas al año y no hay muchas películas sobre nativos, filmadas por nativos. ¿Conocés algún cantante famoso nativo?
Hablas sobre el deber que tenemos para con la sensibilidad de la gente a la que representamos. A la hora de escribir sobre la leyenda del pájaro, ¿te basaste en alguna leyenda real?
No, pero los nativos aún tienen una amplia conexión con la espiritualidad y un imaginario que les da lugar a la posiblidad de reencarnarse, de una forma muy lejana al imaginario católico, muy poco empírica. El pájaro me parecía una bella metáfora, en una línea de realismo mágico. Además, yo necesitaba algo para viajar a Sudamérica, para mirar a esta nueva comunidad que en la película visto como nómadas indígenas, pero que en realidad pienso que somos nosotros los suramericanos. Los latinoamericanos cada día despertamos pensando que algo va a mejorar, y no mejora. No veo que esté mejorando, en mi corta vida no he visto que haya mejorado nunca. Lo veo todos los días de mi vida y sobre todo en Argentina, donde basta con leer los diarios de hoy para darse cuenta de que sólo estamos ahí si hay movimiento, porque nos enamoramos y el clima es benevolente con nosotros. Pero si no, no estaríamos nunca al caso.
¿Sientes que tienes que estar ahí, como cineasta, con todo lo que está pasando en Argentina?
Yo tengo ganas de volver a filmar en Argentina. Ya tuve la suerte de filmar en otras partes, en otros idiomas, y ahora me parece que, por cuestiones familiares (tengo hijos, una empresa familiar), extraño estar presente. Extraño poder controlar bien el proyecto, trabajar artesanalmente, no quiero tener que convencer a otros de ideas que me parecen básicas y a ellos incongruentes. Ya hice eso, y no quiero que se transforme en un tedio filmar. Porque es mi trabajo y me encanta. Y me abre un montón de puertas (a viajar, a conocer a gente…). Soy un afortunado, entonces digo: ¿para qué meterme más palos en las ruedas?
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