¿Ya eres parte de Kinótico? Inicia sesión

Sigue leyendo este artículo por solo

0,70€

¡O únete a la comunidad Kinótico con una de las siguientes opciones!

Kinótico Pro

  • 3.99

    / mes

  • 39.99

    / año

Kinótico Industria

  • 9.99

    / mes

  • 99.99

    / año

* Sin compromiso de permanencia. Podrás cancelar cuando quieras

Crítica

'Tierra de nadie' y una nueva edad de gloria para el thriller con denominación de origen nacional

Albert Pintó se arma de lo emocional para instalarse con clase en la vasta tradición del thriller español, un subgénero que todavía tiene posibilidades de innovación

Madrid·Actualizado: 29.03.2025 - 06:30
Fotograma de la película 'Tierra de nadie', dirigida por Albert Pintó
Fotograma de la película 'Tierra de nadie', dirigida por Albert Pintó · Fotografía: ESTO TAMBIÉN PASARÁ

Algo había en 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto' (1995) y 'El bola' (2000). No dejan de ser un prototipo desde el que apelar a las grandes audiencias, pero algo hizo clic en el cine español cuando 'Celda 211', de Daniel Monzón, consiguió el Goya a la Mejor Película en la gala del año 2009. Era como si, de repente, la adrenalina pudiera maridar bien con la autoría y, encima, recibir el respaldo del público (la película acabó recaudando casi 15M€). Desde entonces, nuestro audiovisual viene cosechando tres lustros de thrillers con denominación de origen, que se han exportado desde las series con títulos tan reconocidos como 'La casa de papel' o desde el propio cine con obras tan estimulantes como 'La isla mínima' o 'El reino'. Desde esa genealogía cinematográfica, la misma que acaba de volverse de bronce goyesco gracias a 'La infiltrada', nos llega ahora 'Tierra de nadie', nuevo largometraje de Albert Pintó tras la siempre recomendable 'Nowhere' (2023), demostración de fuerza de Anna Castillo.

A través de las vidas entrelazadas de tres amigos (Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza), Pintó dibuja un mapa de las marismas y bahías del sur de España en el que la droga ahorca muchas de las facetas de la vida diaria hasta la asfixia. Ahí, entre menudeo de narcos locales, ni-nis viviendo la vida padre gracias al chocolate, policías corruptos y trabajos mal pagados, la irrupción de un nuevo cartel mexicano con ganas de controlar la zona llena de violencia la pantalla. Con un exquisito sentido del ritmo, apoyado por un montaje clínico que firman Miguel Burgos y Cristina Laguna, el metraje de 'Tierra de nadie' se desliza por el gaznate del espectador con una facilidad pasmosa. Desde su conocimiento de los lugares comunes en el género, la película de Pintó aporta sentimiento y corazón, y hace girar nuestro interés en torno al concepto del precio de la vida. Uno tan denostado en territorios en los que la droga es quien gobierna de facto y que, en los últimos años, ha ido emponzoñando ciertas partes de nuestra geografía.

La parte más salvaje, sostenida por 'set-pieces' que funcionan a las mil maravillas -pensamos, por ejemplo, en el tenso control policial que tiene lugar en un puente- se sostiene por un cuerpo emotivo del que es responsable el trío de protagonistas. Si bien ya hemos visto a Zahera, Elejalde y Carroza en registros similares a lo largo de su carrera, es su dimensión caritativa la que hace que funcionen una vez más y en conjunto: los machos de Pintó, arrebatados en su faceta pública, no replican lo tóxico para con los suyos y evitan caer en los clichés de lo canallesco; son humanos, son reales y son complejos, cuestión inseparable del gris oscuro de la moralidad al que pretende jugar la tesis central de la película.

También te puede interesar