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'La homilía' de Pedro Vallín. 'Severance' y la tecnología como vehículo de alienación y repliegue

La promesa de ensanchamiento del mundo contenida en el acceso a la red y en los videojuegos encoge hoy en mundos estrechos y oscuros y nos convierte en ganado

Madrid·
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El periodista Pedro Vallín, durante 'La homilía' dedicada a la serie 'Separación'
El periodista Pedro Vallín, durante 'La homilía' dedicada a la serie 'Separación' · Fotografía: KINÓTICO

El mundo mengua porque nosotros nos replegamos. Y vuelve 'Severance' ('Separación'), la serie de Dan Erickson que invierte el curso de la revolución digital y reescribe los conceptos de alienación y refugio. Muchas veces hemos hablado aquí de cómo la ciencia ficción tiene la capacidad de leer los humores del tiempo y anticipar los cambios. En los estertores del neoliberalismo, de súbito el género dejó de abordar parábolas existenciales, básicamente individualistas, sobre nuestra relación con la identidad y con la realidad, tema central, por ejemplo, de las adaptaciones de Phillip K. Dick, desde 'Blade Runner' (1982), de Ridley Scott, a 'Minority Report' (2002), de Steven Spielberg, pasando por 'Desafío Total' (1993), de Paul Verhoeven, y regresó entonces a las parábolas colectivas, las distopías sociales de corte neomarxista o neoorwelliano que hablan de la desigualdad preilustrada e imperialista, como es parcialmente 'Matrix' (1999), de las hermanas Wachowski, pero con más intensidad 'Distrito 9' (2009), de Neil Blomkamp, 'Avatar' (2009), de James Cameron, 'Los juegos del hambre' (2012), de Gary Ross, 'Elysium' (2013) de nuevo de Neil Blomkamp, 'Divergente' (2014), de Neil Burger, o 'El corredor en el laberinto' (2014), de Wes Ball.

En realidad, lo elocuente de la época no es tanto que estas películas se hicieran o que se escribiesen los libros que inspiran algunas de ellas, sino que todas ellas se situasen en el centro del 'mainstream', la corriente principal del género, lo que significa que hablaron a su época de lo que a la época le picaba después de que, en 2008, el casino de Wall Street arruinara a Occidente con su ludopatía.

Por eso es tan interesante que 'Severance' sea una de las parábolas de ciencia ficción más aplaudidas y alabadas del momento, pese a la larguísima espera que ha precedido a su segunda temporada. Porque la serie de Dan Erickson camina en dirección opuesta a lo que durante años dimos como cierto de la tecnología: el ensanchamiento y transparentación del mundo. De hecho, hace apenas un par de meses hablamos mucho y reiteradamente aquí de la disolución de la frontera entre lo público y lo privado, entre la vida íntima y la vida social, la realidad y su representación, lo literal y lo metafórico, lo que, al cabo, para la mayor parte de la humanidad occidental es la desaparición de la linde entre la vida laboral y la vida ociosa.

La muralla comenzó a caer cuando los centros de trabajo decidieron que podías hacer la vida entera sin salir de la fábrica o de la oficina y pusieron cafeterías, mesas de ping-pong y guarderías. Parecía una conquista y era una condena: más que difuminar la frontera, la jornada laboral absorbía la vida. 'The firm' ('La tapadera') (1993), de Sidney Pollack, habla de lo contrario, lo que pasa cuando la oficina se convierte también en la urbanización y en el cosmos social. Y, sobre todo, de por qué pasa: pasa porque el bufete es un híbrido de secta y mafia, como si todos sus socios fueran del Opus Dei, y la fidelización exige que no haya contacto alguno con lo ajeno, el mundo exterior. De hecho, la película de Tom Cruise puede verse como un preámbulo de lo que nos esperaba con el teletrabajo: que la jornada laboral nunca acabe.

Fotografía promocional de 'Severance', con Adam Scott, Zach Cherry, John Turturro y Britt Lower
Fotografía promocional de 'Severance', con Adam Scott, Zach Cherry, John Turturro y Britt Lower · Fotografía: Apple TV+

Mucho después, 'Avatar' nos ofreció una versión muchísimo más abierta y relajada de la experiencia del mundo a través de la tecnología: al reinterpretar la experiencia vicaria del videojuego, Cameron postulaba que los avatares no solo podían librar a Jake Sully de su silla de ruedas, sino que le permitirían explorar, experimentar y aprender otros territorios y otras culturas, ensanchando su visión del mundo y su experiencia vital. Ensanchando su propio yo con uno nuevo más versátil, así que al tiempo que el mundo se hacía más ancho por la tecnología, también lo hacía la propia individualidad, la vida. Como, por otra parte, todo videojugador sabe: la experiencia vicaria a través de avatares es la única Otra Vida realmente existente y no hay que esperar a morirse.

'Severance' en cambio juega con la pesadilla contraria, la tecnología como vehículo de un repliegue a un mundo estrecho, tanto el de los 'dentris' como el de los 'fueris', como llaman en la serie a las personalidades disociadas del trabajador y el desocupado. Ambas son experiencias limitadas del mundo e identidades humanas mutiladas. Lo cual ilustra, por cierto, la evidencia de que no existe un 'yo genuino', sino muchas expresiones complementarias de la personalidad, y el exhorto a “ser uno mismo” no es más que una de esas tonterías de autoayuda sacadas de un libro de Paulo Coelho.

'Severance' juega con la tecnología como vehículo de un repliegue a un mundo estrecho

Y ese viaje, de 'Avatar' a 'Severance' es elocuente del tiempo que vivimos, un tiempo de repliegue. Es lo que va de la expresión de Will McAvoy (Jeff Daniels) en el prólogo de esa filigrana de Aaron Sorkin llamada 'The newsroom' (2012), “nos dirigíamos a las estrellas”, al 'Make America Great Again'. “Hagamos América grande de nuevo”, hagamos más grande nuestro cuarto, porque el mundo nos queda grande. Y es el mismo rumbo que vemos por aquí, por ejemplo en los que iban a “asaltar los cielos” y hoy se hacen fuertes en un bar de afines en Lavapiés. Es la renuncia al mundo, a lo común, a la exploración, la renuncia a ensancharnos y mezclarnos. Es el rearme del nacionalismo, el elogio de la aldea, el consuelo del plato típico.

Y porque nos hostiga la condena de la experiencia limitada y sin ventanas de nuestra propia explotación y ensimismamiento, porque, en fin, 'Severance' es el signo de los tiempos, es tan importante hoy reducir la jornada laboral.

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