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Mesa redonda de showrunners de series de Kinótico 2024: "Era asqueroso cómo la industria señalaba a los de la tele"
Ramón Campos, Clara Roquet, Sara Cano, Alauda Ruiz de Azúa, David Sáinz, Jorge Sánchez-Cabezudo, Javier Giner y Carles Tamayo reflexionan sobre la responsabilidad de contar historias y dirigir equipos en la televisión actual
Tras la buena acogida que han tenido nuestras mesas de actores y de actrices de series, le toca el turno a los creativos. Ramón Campos ('El caso Asunta', en Netflix), Clara Roquet ('Las largas sombras', en Disney+), Sara Cano ('Los años nuevos', en Movistar Plus+), Alauda Ruiz de Azúa ('Querer', en Movistar Plus+), David Sáinz ('En fin', en Prime Video), Jorge Sánchez-Cabezudo ('Nos vemos en otra vida', en Disney+), Javier Giner ('Yo, adicto', en Disney+) y Carles Tamayo ('Cómo cazar a un monstruo', en Prime Video) se unen a María Guerra en la mesa correspondiente a los showrunners de las series del 2024. Los máximos responsables de los grandes fenómenos episódicos del año hablan sobre su controvertida condición de nombre sajón, un término que ha revolucionado la industria televisiva y que aún hoy no todo el mundo es capaz de entender o explicar. Además, reflexionan sobre las posibilidades y peligros de la aparición de la inteligencia artificial en el audiovisual, el clasismo que contagió a la industria cuando los directores y las directoras de cine empezaron a hacer series y los festivales empezaron a incluirlas en su programación y conversan sobre cuáles son sus responsabilidades y sus opciones para lidiar con los abusos en la industria.
Una figura establecida. “Es la persona responsable de todos los aspectos creativos de una serie y el último responsable ante la cadena. Es el jefe y suele ser el guionista”. Así definía el escritor Alex Epstein el término showrunner en su libro, ‘Crafty screenwriting’. Los ocho showrunners que participan en la mesa redonda tienen su propia definición. “Es curioso, porque yo nunca me había considerado showrunner”, explica Clara Roquet. La autora de ‘Libertad’ entró en ‘Las largas sombras’ como directora, pero acabó reescribiendo toda la serie. “Tengo la mala costumbre de querer reescribir y al final terminé ocupando una serie de funciones de una forma muy natural que creo que se pueden considerar de showrunner, pero no fue algo premeditado”. Al lado de la ganadora del Goya está Ramón Campos, bautizado por María Guerra como el Emperador de la televisión española. “Yo nunca dejaría que reescribieran la serie”, admite a la moderadora el creador de ‘Fariña’, ‘Gran Hotel’, ‘Velvet’ y ‘El caso Asunta’, entre muchos otros éxitos salidos de la productora Bambú. “Es más, yo tuve una experiencia con un director que llegó a una lectura con separatas de mi guion. Paré la lectura y mandé a todo el mundo a casa. Le expliqué que se paraba la producción hasta que no explicase a todo el equipo que eso no se hacía. Yo escribo y si él quiere cambiar algo me lo tiene que decir a mí”.
Mesa redonda de showrunners de series de Kinótico 2024: "Era asqueroso cómo la industria señalaba a los de la tele"
|00:00“Es mi primera serie y tampoco llevo tanto tiempo en la industria. Reconozco que no tenía muy claro lo que es el showrunner”, confiesa Alauda Ruiz de Azúa, primeriza en televisión después de ganar el Goya a la Mejor Dirección novel con ‘Cinco lobitos’. “Sí sé que en ‘Querer’ he abarcado más de lo que abarca un director y un guionista, pero también es verdad que había mucha conversación con producción ejecutiva y muchas decisiones estaban consensuadas. Es verdad que yo tenía una visión particular de la historia, del universo y del tono en muchos aspectos, y todo eso se ha respetado”. Carles Tamayo, un ‘youtuber’ que en 2024 dio el salto a las plataformas de streaming con ‘Cómo cazar a un monstruo’, reconoce que buscó la palabra en Google esa misma mañana. Campos, su productor en el true crime de Prime Video, desvela su truco para explicar esta figura. “Yo se lo he explicado a mi madre así: el showrunner es como el señor al que siguen los chinos en el Museo del Prado, alguien que va con una banderita y les va diciendo los cuadros qué tienen viendo en cada momento. Es un poco eso. No lo hacemos todo y no decidimos todo, pero todo el mundo sabe que la banderita que tiene que seguir es esa”.
Cuestión de crédito. Sara Cano nunca había trabajado con Rodrigo Sorogoyen cuando surgió la oportunidad de hacer una prueba (un clásico método de acceso al mercado en el sector del guion que ha ido desapareciendo con el paso del tiempo) para trabajar con un cineasta que, en 2018, estaba a punto de estrenar ‘El reino’. “Ruy quería formar un equipo nuevo. Fue una prueba larguísima. Nos pidió una reflexión sobre el amor, y yo estaba en plena ruptura. También nos dio libertad para crear de cero una escena y yo escribí una ruptura en un hotel en Berlín”. Seis años después, la confrontación de una pareja durante un viaje a la capital alemana es uno de los momentos definitorios de ‘Los años nuevos’, presentada en la última edición del Festival de Venecia.
“Cuando se decidió por mí, me pidió que montara equipo con quien quisiera, que es algo muy peculiar también. Llamé a Paula [Fabra, con la que también ha estrenado este año ‘Ángela’, de Atresplayer]. “Nosotras entramos como guionistas en el proyecto. Eso es algo que hay que hablar antes de firmar un contrato, pero estábamos abrumadas por la dimensión del proyecto y por trabajar con Ruy. Sabíamos que quien escribe el mapa de tramas y el piloto es un creador, pero no lo verbalizamos en ese momento”, reconoce la guionista desde la distancia. “Creamos la serie de cero con él, escribimos el episodio piloto, seguimos hasta el capítulo 3 y entonces la serie cambia de manos. Con el cambio de plataforma, había que firmar nuevos contratos. En ese momento Paula y yo nos miramos y dijimos: ‘Somos creadoras’. Era el momento de ponerlo sobre la mesa. No sabíamos la respuesta que íbamos a tener enfrente. Hicimos la llamada para decir: ‘Somos creadoras, ¿verdad?’. Y nos dijeron que sí”.
Clasismo en la industria. “Me molesta un poco, por no decir que me toca la polla, que de repente cuando parece que las series empiezan a molar tenga que venir la gente del cine a enseñarnos cómo se hacen. Es una sensación que tengo últimamente”, critica David Sainz, creador de ‘En fin’ y una serie de culto como ‘Malviviendo’. “A mí lo que me parece una cutrez es lo de Alfonso Cuarón, que presenta ‘Disclaimer’ en el Festival de Venecia y cuenta a todo el mundo que no ha hecho una serie, que es una película”, lamenta Javier Giner, uno de los tres showrunners en la mesa -junto a Sara Cano y Alauda Ruiz de Azúa- que han presentado este año sus proyectos en un festival de cine. “Cariño, tú has hecho una serie y apechuga con ello, porque no pasa absolutamente nada. Ese discurso de un director con dos Oscar aupando el cine por encima de la televisión es muy viejuno”. ‘Los años nuevos’ tendrá un estreno técnico en salas antes de aterrizar en Movistar Plus+. Según Sara Cano, todo surgió precisamente en el festival italiano. “Cuando estábamos en Venecia y la vimos en pantalla grande, dijimos: ‘Oye, cómo molaría poder verla en un cine’. Ahí es cuando empieza a surgir la idea de estrenar en cines. No es una cosa que estuviera pensada desde el principio, pero la forma de grabar, la concepción o el lenguaje siempre tuvieron una ambición cinematográfica”.
Ramón Campos, un productor con más de 20 años de experiencia y que ha trabajado con prácticamente todas las cadenas y plataformas, cree que “ahora ya no hay clasismo” después de años y años luchando con las miradas altivas de la industria. “Recuerdo que cuando llegó Netflix a España me encargaron hacer ‘Las chicas del cable’. Sentí el aliento de la industria diciendo que ‘ya estaban los mierdas de Bambú haciendo un Velvet 2.0’, ya están otra vez con sus culebrones. La serie funcionó, pero me di cuenta de que tenía que romper con eso, así que hice ‘Fariña’ y ‘El caso Alcàsser’, produje a Isaki Lacuesta [con ‘Dos años, una noche’]... Era una forma de decirle a la industria: ‘Que os jodan, tío, yo no soy el de 'Velvet', yo soy muchas otras cosas y puedo jugar haciendo donde quiera’. Hubo un momento en que era asqueroso cómo en la industria nos señalaban a los de la tele”.
El miedo a hablar. “Creo que se han hecho muchas cosas para cambiar las cosas: coordinadores de intimidad, protocolos, números de teléfono a los que llamar si hay algún problema… pero sí tengo la sensación de que todavía cuesta mucho dar el paso de contarlo”, puntualiza Alauda Ruiz de Azúa, autora de una serie, ‘Querer’, que denuncia una violencia que muchos ni siquiera creen real. “No estoy pensando tanto en un mundo de estrellas, que también puede ser, sino en otras partes del equipo y en otros estratos de la jerarquía. Cuando algo no es muy explícito o muy grande, todavía hay miedo a contar determinadas cosas por cómo se vayan a gestionar o qué repercusión puede tener o cómo se te puede cuestionar. Yo no me he enfrentado a nada así en un rodaje, pero por conversaciones paralelas tengo esa percepción. Se han hecho muchas cosas y se han puesto medios, pero lo siguiente es que la gente se atreva a utilizarlos”.
Clara Roquet coincide con la directora de ‘Cinco lobitos’ en su valoración general del panorama. “Aún queda mucho trabajo por hacer. Creo que se ha avanzado. Esta conversación que estamos teniendo ahora mismo o lo que está en lo que está sucediendo en la industria es un ejemplo. Que las academias estén creando comisiones, que se creen espacios y unidades de vigilancia, es consecuencia de lo que viene pasando en los últimos años. Es algo relativamente reciente. No hace tanto que estamos cambiando el debate, pero todo cambio lleva un tiempo y cuanto más poder tiene un abusador y más arriba está, más difícil es que se pueda denunciar. Sigue habiendo mucho miedo a las represalias y hay un proceso de revictimización cuando las personas tienen que contar lo que les ha sucedido”, denuncia la directora y guionista de ‘Las largas sombras’.
Ramón Campos recuerda los primeros pasos de Bambú, cuando no eran más que “un grupo de gallegos que llegaron a Madrid como si fueran Paco Martínez Soria”, bromea. “El problema es que los equipos son muy grandes. El núcleo sigue siendo el mismo, pero ahora tienes 400, 500 o 600 personas trabajando y es muy difícil que no se te cuele una gallina mala”. El productor de ‘El caso Asunta’ reconoce que ha tenido situaciones de abuso de poder dentro de sus equipos. “En el momento que nos han llegado, hemos decidido cortar por lo sano una vez hemos investigado y nos hemos dado cuenta que era real”. Otras ocasiones, el protocolo es mucho más complejo. “He tenido experiencias con actores y actrices que eran complicados y complicadas. Lo que he intentado es hablar mucho con esa persona, pero es verdad que yo no puedo tirar a la mierda una serie. Si esa persona empieza muy bien y en el capítulo tres o cuatro me empieza a dar problemas, tengo que conseguir que no la líe. No puedes despedir a esa persona”.
El productor admite la existencia de listas negras. “Lo que puedes hacer es dejar de contratar a gente marcada por rumores que parecen bastante ciertos. Hay gente que está vetada en Bambú, gente que no ha salido públicamente pero que he vetado por lo que he oído. Con directores pasa igual. No tengo las armas para denunciar, pero sí puedo decir que en mi casa no entras. “Lo que podemos también es creerlas y acompañarlas cuando deciden hablar”, insiste Ruiz de Azua. Según Javier Giner, “es fundamental que haya mujeres en los puestos de responsabilidad. En ‘Yo, adicto’, Laura Rubiroala fue la productora ejecutiva y Sofía Fábregas la última responsable desde Disney+".
Basado en hechos reales. ‘Yo, adicto’ es la adaptación de un libro homónimo que relata la experiencia con las adicciones del propio Giner. “Pedí como condición sine qua non para vender los derechos que yo me tenía que hacer cargo de la producción ejecutiva, la dirección y el guion”, reconoce el de Barakaldo. “Me daba mucho miedo que un aspecto tan íntimo y tan doloroso de mi vida se desvirtúa en algún momento del camino. Fue la manera de protegerme frente a la industrialización de mi experiencia”. Ramón Campos ya había abordado el caso Asunta en un documental, pero se dio cuenta de que una miniserie le permitía llegar allí donde no había podido antes y aclarar detalles desconocidos anteriormente. “Estaba obsesionado con que tenía que ser todo exactamente igual que en la vida real. Las dos únicas localizaciones en las que no grabamos fueron la casa donde fue asesinada, por respeto a la memoria de Asunta, y el piso donde vivía, que lo recreamos. El resto son las mismas localizaciones y exactamente pasa todo como sucedió. Era importante decirle al espectador que todo eso era real. Rosario ya había fallecido. Hablé con Alfonso Basterra, no para pedirle permiso, pero por una cuestión ética creo que debía enterarse por mí y no por la prensa”.
Carles Tamayo es el único participante en la mesa que este año ha presentado una propuesta documental, ‘Cómo cazar a un monstruo’. La increíble historia real empezó cuando Lluís Gros, condenado a 23 años de prisión por abusos sexuales, pide al youtuber, al que conocía desde que era niño, que haga un documental de su vida para limpiar su imagen tras su condena. Tamayo tenía otra idea en su cabeza. “Empecé a ver que había potencialmente un documental cuando veo que Lluís Gros sigue en contacto con menores y cuando veo que está preparando un plan de fuga. Paralelamente a eso yo todo eso voy informando a los afectados. Desde que quedé con Lluís hasta que se ha metido el documental han pasado tres años y siempre he estado en contacto con ellos”, insiste el creador. “A nivel ético me sentía cubierto porque sabía que ellos querían que eso se hiciera y se contara. Con Prime Video una de las premisas claras es que si un afectado nos dice que algo no quiere que salga, no iba a salir. Eso pasó de hecho. Teníamos una secuencia que estaba guay a nivel audiovisual, pero se la enseñé al afectado y me dijo que no quería que eso se publicara. Buscamos otra forma de contarlo, que también está guay”.
De todas las historias reales que se han contado este año, quizás la más delicada sea ‘Nos vemos en otra vida’, la reconstrucción de la trama asturiana del atentado terrorista más sangriento en la historia de España. “Nos pensamos mucho si hacerla o no, precisamente porque sabíamos que el primer público que iba a ver esta serie era gente relacionada con el 11-M”, explica el autor de 'Crematorio'. “Eran gente que estaba viva, que se había visto afectada por lo que pasó, que tenían nombres y apellidos. Cuando haces una serie de ficción el mayor riesgo que puedes correr es aburrir a alguien, pero aquí podíamos herir a gente directamente. Eso carga de una responsabilidad y te quita muchas horas de sueño. Todos los equipos que entraron en la serie llegaban con esa prevención, con esa responsabilidad y con ese miedo”. Uno de los grandes interrogantes que tenía el proyecto era cómo contar el atentado. “No queríamos hacer algo sensacionalista ni ver la sangre, porque es algo que podía remover mucho. Decidimos hacerlo a través de los testimonios de las víctimas, así que formaron parte del proyecto desde el principio”.
Responsabilidad y comedia. Sánchez-Cabezudo pone en valor la influencia que tiene hoy en día la televisión, cuyo alcance e impacto social es mayor que en el cine. “Nos hemos dado cuenta de la capacidad de la ficción para fijar historias y discursos. Las series son inmersivas, con lo cual estás obligando al espectador a adoptar los ojos de lo que está viendo. Eso tiene una relevancia social muy grande, porque consigues poner a los espectadores en la piel de algo durante un período de tiempo importante”. Ramón Campos va más allá en esa idea. “La responsabilidad que tenemos es importante. La televisión es un altavoz enorme en el que podemos decir cosas que ayuden a la sociedad o que sean muy perjudiciales. No solo en la ficción, sino también en los programas. Lo estamos viendo estos días con la dana y con la gentuza que está malmetiendo y lanzando bulos”. El creador de ‘Yo, adicto’ coincide con ellos. “A mí eso me parece un diamante en bruto y hay que cuidarlo siempre, porque la ficción no cambia vidas, pero sí las afecta”.
David Sainz reivindica el lugar de la comedia en una mesa redonda monopolizada por el drama y las historias basadas en hechos reales. “La comedia es uno de los mejores lugares desde donde decir cosas importantes. En mi caso siempre lo ha utilizado y creo que es tremenda vaselina para lanzar mensajes que en otros géneros caerían más como una bofetada. Es un arma estupenda para hablar de cosas importantes y cosas que son complicadas de decir”, reivindica el creador de ‘En fin’, antes de que Giner sentencie la cuestión. “La comedia puede llegar a lugares y puede hablar de cosas que el drama no llega”.
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